Paseando por Barcelona en los años 60, el diseñador Miguel Milá encontró un globo de opalina abandonado frente a una fábrica de vidrio. Decidió acogerlo en su casa y con los años acabó convirtiéndose en el epicentro de una numerosa familia. Como su nombre indica, la estructura de Cesta surgió por la necesidad de abrazar esa frágil pantalla.